En el año 1923, en el libro “hacia una arquitectura” Le Corbusier escribe:
“Los arquitectos viven en la estrechez académica, en la ignorancia de las nuevas reglas de construcción….Pero los constructores de los paquebotes, audaces y sabios, crean palacios junto a los cuales las catedrales son muy pequeñas: ¡ Y los echan al agua!
La arquitectura se ahoga con las costumbres”Y es cierto que estos buques de más de 250 metros de eslora son majestuosas construcciones, enormes contenedores de actividad.
“Si se olvida por un instante que un paquebote es una herramienta de transporte que se mira con ojos nuevos, uno se sentirá frente a una manifestación importante de temeridad, de disciplina, de armonía, de belleza tranquila, nerviosa y fuerte.
Un arquitecto serio que mire como arquitecto (creador de organismos), hallará en un paquebote la liberación de sus malditas servidumbres seculares.
La casa de los terráqueos es la expresión de un mundo caduco, de pequeñas dimensiones. El paquebote es la primera etapa en la realización de un mundo organizado de acuerdo con el espíritu nuevo.”
Las plantas se apilan regularmente unas sobre otras, pero puntualmente éstas se deforman para alojar programas mayores, como el gran teatro, el atrio, el comedor, el spa, etc... Construyendo un auténtico condensador social.
Y sin embargo todas estas proezas técnicas y toneladas de hierro, existen para apuntalar algo tan ligero como un sueño.
Intentaremos desenredar algo de este sueño, con la ayuda del arquitecto y escritor, Michael Sorkin y su ensayo: “Nos vemos en Disneylandia”. Aplicando los conceptos que utiliza para describir el mundo de Disney para describir la experiencia a bordo del barco italiano Costa Deliziosa.
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